Un proyecto con desengaños.      

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El descubrimiento de América no sólo trajo consigo el nacimiento de un nuevo continente, cultura o civilización sino que además dentro del mundo literario permitió el surgimiento de un nuevo canon que tenía la particularidad de deleitar al receptor con todo lo que se percibía de América, y por otra parte dar a conocer este continente tal cual era, por eso el escritor tenía la exigencia de contar toda la verdad lo más transparente posible, sin hacer ficción dentro de la historia.             El fundador de este canon fue el descubridor de este continente, Cristóbal Colón, quien tras su primera venida generó un diario de viaje donde representa con detalles los sucesos que le acontecieron como además las maravillas que encontró en América, siguiendo su discurso de una forma cronológica.         

    Al leer estas cartas de relación nos podemos encontrar con una transformación del referente, porque Colón comienza a contar todas las maravillas de América, pero después de otros viajes cambia de actitud contando las pesadumbres de estas tierras, hay motivos claves para saber porque sucedió esto, que podría denominarse “ciclo”, los que se puede deducir en la última carta, ya que aquí fue donde expresó con mayor ímpetu lo que le provocaba este nuevo continente después de haber realizado tantos viajes, donde revela que todo lo planificado se le está yendo de las mano sin poder volver al inicio de esta historia, mostrándose como un ser fracasado, con un proyecto de vida no ejecutado, a quien sólo la fe en Dios lo puede socorrer.    

 Proyecto de vida.            

Cristóbal Colón era un navegante desde sus inicios, había viajado a África y Portugal, por lo tanto sabía lo que significaba viajar entre las aguas del océano, es por eso que   cuando España y La Iglesia Católica vencieron a los moros, él como un hombre de fe y un gran navegante decide proponer a los reyes un proyecto que consistía en atravesar el océano para buscar nuevas tierras con el fin de ser otorgadas al rey como además llevar el conocimiento del evangelio, porque como asegura en su diario se siente llamado por el señor.             Siendo aceptada su propuesta, en medio de burlas de otras personas, quienes decías que lo que planteaba era una locura, sale un día de Puerto de Palos rumbo a tierras desconocidas, llegando finalmente a América.        

     En el transcurso de su viaje comienza a escribir un diario, en el cual su hilo conductor es el sentido cronológico de como se realizó este viaje al nuevo continente  para evangelizar los pueblos y la búsqueda de riquezas. Creando un tipo de escritura que hace el primer intento por interpretar con palabras el nuevo mundo, tras el descubrimiento. Como navegante abrió este mundo a los exploradores y conquistadores; como escritor lo dio para la imaginación de Europa.[1]           

  Al llegar acá, este navegante se encuentra con una realidad totalmente ajena a él, pues hay paisajes encantadores, animales extraños, con hombres que tienen costumbres diferentes a la de los europeos, vale decir que Colón descubre un nuevo mundo lleno de misterios. Ahora bien, no acepta la realidad de este nuevo mundo tal cual vienen dada, sino que, como es natural, la ajusta a unos conocimientos previos  y criterios propios[2], lo que significa que gran parte de lo señalado en sus cartas dependen de sus intereses personales o sus conocimientos, haciendo surgir su propia realidad y esa es la que trató de entregar  al continente Europeo, durante el transcurso de todos los viajes que realizó.         

    Es así como encontramos en su primer diario una descripción placentera, donde demuestra que se siente realizado pues a descubierto tierras con gran hermosura, con gente armoniosa que le dio una cálida bienvenida, asegurando que con estas personas y esta tierra  se podrían alcanzar todos los objetivos propuestos en su proyecto de vida, encontrar riquezas y evangelizar. Pero a medida que avanza el tiempo, se va poniendo viejo, realiza otros viajes y va creando nuevas cartas de relación para las reyes todo lo que ha referido se va transformando, pues América pasa de una tierra de victorias a una tierra del fracaso. 

Relato del fracasado.   

          Para poder dar a conocer su situación, Colón va insertando una serie de relatos que lo ayudan a exponer que es lo que pasa con él, tanto en su interior como exterior, y además mostrar la condición en la que él percibe que está su contexto.            La lucha con la naturaleza es lo primero que hace presente en su historia, lucha que se mantiene a lo largo de la carta. Describe como acontecen las tormentas y le destruyen su navíos, “ochenta y ocho días avía que no avía dejado espantable tormenta, atanto que no vi el sol, ni estrellas por el mar”[3],  señalando además que esto los hacía a él y a su gente creer que morirían, insertando imágenes que señalan lo umbroso que estaba el panorama que observaba en su alrededor, diciendo por ejemplo, mis ojos nunca vieron la mar tan ancha y hecha espuma, el viento no daba lugar, el mar hecho sangre hirviendo por la caldera, el cielo jamás fue visto tan espantoso. A diferencia de  la primera carta no demuestra esta situación de la naturaleza, ahí solo pinta las cualidades positivas que esta tiene, sus bellezas y riquezas, lo que le alegraba su existir.             Relata también el sufrimiento humano, pues señala que su gente después de causada la destrucción de las naves hecha por la tormenta ofrecían promesas a la religión, votos y romerías, además dice que no tenían alimento, estaba enferma y tan molida que elegían la muerte para salir de tanto martirio.             En la descripción que hace  de su persona dice que se ve en un estado viejo, enfermo, cercado de cuentos de salvajes, lleno de crueldad y enemigos, la muerte me aguarda, sintiendo que estos veinte años los a aprovechado tan poco, donde a vivido con tanto trabajo y peligro, y hoy en día no tiene nada, ni techo, ni que comer, ni donde dormir. Diciendo además que siente un pesar por haber dejado a su hijo en España huérfano y desposeído de honra y hacienda, como además por haber traído a su hermano contra su agrado para que venga a sufrir, eso era lo que veía en el día a día, a su hermano luchando por sobrevivir y ser solidario con los otros.             Toda esta situación fue lo que le provocó una enfermedad por la cual cayó en cama, pero señala que oyó una voz que le dio la fuerza, el aliento para levantarse, “Cansado adormecí gimiendo de pronto oí una voz “O estulto y tardo a creer y a servir a Dios, Dios de todos, ¿qué hizo él más por moisés o por David, su siervo? Desde que nacisteis el siempre tubo de ti grandes cargos. Te dio las tierras. Tú las repartiste a donde plugo, te dio el poder para ello. Te dio las llaves de los atamientos del mar. Fuisteis obedecido en tantas tierras y de los cristianos cobrasteis tan honrada fama…Tú vejes no impedirá a cosa grande, recuerda a Abraham cuando engendró a Isaac”[4]  Este relato sirve para ver que Colón se sentía un profeta, un enviado de Dios, igual a los anunciados en la Santa Escritura, a quienes llegaban los Ángeles o seres divinos  a anunciar la buena nueva o darle instrucciones a seguir, lo cual muestra la gran fe que en el se encerraba y como esta lo ayuda seguir en su andar.             Eso fue lo que le dio la fuerza para levantarse nuevamente y salir en busca de oro, es aquí donde recién cuenta lo que le acontece al encontrase con los indígenas, ya que mientras no buscó oro, no tubo ningún tipo de relación con ellos, donde se ve que crea estas relaciones en este viaje, sólo para que estos le digan donde esta este preciado metal, ya no les hace ningún halago como lo hacía en la primera carta, sino que dice que les hacía preguntas y ellos contestaban siempre con respuestas positivas, indicándole ciudades o lugares donde la gente usaba el oro de collar o en las cabezas. Colón tras estas palabras dice al rey que él cuenta estos hechos pero sólo porque los indios lo dicen, pero el no asegura nada, ya que ese fue el error de la primera expedición.  Todos estos relatos de la cuarta carta son señal de que Colón llegó a una etapa que se puede denominar el fin del ciclo de su proyecto de vida, este había comenzado con tanto éxito en su expedición al descubrir un maravilloso continente, pero por el hecho de darse cuenta que es un ser humano, de ver que la vida se le está acortando inevitablemente, sin poder concretar lo que se había propuesto al inicio de todas estas expediciones muestra que ha asumida esa realidad, por eso da un discurso apesadumbrado donde manifiesta que siente  que la vida avanza, y el fracaso lo comienza a invadir. La única solución que le queda es consolarse con los principios de la Biblia, siendo Dios el gran refugio que le da la fortaleza para seguir su camino y concretar su proyecto. Este proyecto esta abierto, como ya dije, para conseguir dos expectativas, satisfacer al rey junto con la Iglesia y satisfacer su persona, tanto en evangelizar como obtener riquezas, sea como fuese sabemos que dentro del proyecto de Colón y de España en general la expansión espiritual está indisolublemente ligada a la conquista material… la conquista material (y todo lo que implica) será a la vez resultado y condición de expansión del evangelio[5]. El perjurado tras esta iniciativa fue él, porque España quedó con tierras, la Iglesia puede evangelizar, pero él a pesar de todos los esfuerzos que hizo no pudo lograr conseguir aquel objeto tan sagrado “el oro”, sagrado porque lo tenían los reyes, los profetas de la Biblia y la Iglesia,  y al no conseguirlo se siente directamente conducido a la frustración, ya que a pesar de ser un mandado de Dios seguía desposeído, sin que la vida le de la oportunidad de cambiar esta situación, todo lo contrario ésta lo ha desgastado, como además lo a rodeado de gente traicionera y poco sincera dentro de un continente que junto con su naturaleza se volvieron en su contra , nada de esto le permite conseguir la misión que le han encomendado y que le permitirá pasar ha ser una persona con honor.      

Bibliografía.

 Varela Consuela, Cristóbal Colón. Textos documentos completos, Madrid: Alianza Editorial. 1982 

Henríquez Ureña Pedro, Las corrientes literarias en la América Hispánica, México: Fondo de la cultura.1949 

Todorov Tzveton, La conquista de América.      


 


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